Con 22 años y sin realizar Inferiores, el delantero llegó al país en 2016 para realizar trabajos de construcción y pintura. Pero un compañero de ese ámbito lo acercó a jugar en la Liga Platense amateur en 2017 y, en poco más de 6 años, jugará en la máxima categoría del fútbol argentino. «Cumplo un sueño todos los días», exterioriza Portillo, hoy con 29 años.
Tarda en llegar y al final hay recompensa, diría Gustavo Cerati en la canción «Zona de Promesas»… Y Samuel Portillo, atacante de Deportivo Riestra, puede dar fe de eso. El destino le tenía preparado algo grande. Solo se tenían que acomodar los momentos.
El ascenso de Portillo fue vertiginoso. Oriundo de Itauguá, perteneciente al Gran Asunción, vino de Paraguay en 2016 con 22 años para trabajar en tareas de albañilería y pintura. Al año siguiente, «Samu» se encontró jugando en la Liga Platense. Su buen desempeño lo llevó a que lo vieran desde la cercana localidad bonaerense de Berisso y, en 2019, comenzó a jugar en Villa San Carlos. Allí ascendió de la C a la B Metro y a fuerza de constancia, desbordes, velocidad y goles recaló en Riestra, en 2021, primero a préstamo y luego de forma definitiva. En el conjunto del Bajo Flores subió a Primera en 2023 y ahora cumplirá un gran anhelo dentro de su alocada carrera: jugar en la máxima categoría del fútbol de los campeones del mundo.
Este jueves, el «Malevo» debutará en la elite ante Instituto (el delantero estaría en el banco de suplentes), y es también un hito para la vida personal de este atacante de 29 años, que se autodefine como «un segunda punta, liviano, y un jugador rápido que va muy bien de arriba».
En diálogo con «Télam», Portillo comenta el inicio de toda su aventura: «Mi hermano (Alberto), también paraguayo, había agarrado un trabajo por dos años en La Plata y me llamó para que fuera a trabajar con él. Me acuerdo que llegué un jueves, él me esperó en la terminal, fuimos a un departamento que había alquilado y al día siguiente empecé a trabajar. Hacíamos de todo en albañilería y pintura».
Fuente: Télam