Tras unas elecciones que dejaron en evidencia que, incluso la máxima potencia mundial, también carece de transparencia en sus procesos electorales, entre las acusaciones de Donald Trump por el triunfo Joseph Biden, comienzan a aparecer cada vez más investigaciones sobre la posible influencia del magnate George Soros y de Mark Zuckerberg.
¿Los líderes del Nuevo Orden Mundial?
Aunque pueda parecer ciencia ficción, si tenemos en claro que el Nuevo Orden Mundial se refiere a la existencia de un plan diseñado con el fin de instaurar un gobierno único colectivista, burocrático y controlado por sectores elitistas y plutocráticos a nivel mundial, según define Wikipedia, la verdad es que no resulta descabellado.
La concentración del poder económico se reduce a cada vez menos personas, y quien tiene el dominio económico lo hace también en los otros órdenes, es decir influye sobre la política, las ideologías, etc., a través de los medios de comunicación, las redes sociales, organizaciones de distinta índole a las cuales financian tras las sombras, y son tan temibles que estas personas tienen tal acumulación de riqueza que superan por mucho al PBI de países de primer mundo.
Sin ir más lejos, en septiembre de 1.992, Soros fue el responsable del «miércoles negro», cuando llevó a la quiebra al Banco de Inglaterra, y produciendo pérdidas a ese país por más de tres mil cuatrocientos millones de libras, es decir 4.608.598.000 dólares. Si bien, a Soros se lo ha promovido como filántropo, lo cierto es que sus operaciones económicas han tenido un impacto inversamente proporcional a los que son sus supuestas ideas «humanitarias», incluso pesa sobre él una denuncia del Estado de Guinea Ecuatorial por promover el «acoso mediático» a los gobernantes y financiar campañas de desestabilización.
La propia BBC publicó que «una campaña en la página de peticiones de la Casa Blanca pide que (George Soros) sea declarado terrorista y que se confisquen todos sus bienes por sus intentos de desestabilizar a Estados Unidos. La petición tiene 170.000 firmas».
Por su parte, Mark Zuckerberg es quien concentra el dominio sobre las redes sociales más utilizadas e influyentes a nivel mundial: Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp, entre otras compañías vinculadas directa e indirectamente a las RRSS y sus contenidos.
La Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos, y posteriormente varios fiscales de distintos Estados, han acusado y demandado a Facebook por su posición monopólica, requiriendo que retire sus inversiones tanto de WhatsApp como de Instagram.
Esta concentración le da a Zuckerberg el poder de controlar contenidos, predeterminar qué información y qué anuncios mostrar a los usuarios, acceder a sus preferencias y datos personales, a tal punto que hoy se afirma que las redes sociales «te conocen más de lo que tu te conoces a tí mismo».
A quién no le pasó de estar hablando por teléfono, o enviar un par de audios por WhatsApp, y al instante aparecen contenidos y publicidades relacionados con algunas de las palabras mencionadas en las conversación… De esta manera, influye directamente y controla a qué contenidos podés acceder y a cuáles no.
Con estas herramientas y esa concentración de poder, Facebook y su creador han recibido múltiples denuncias sobre influencias electorales, en algunos casos por difundir determinadas informaciones, en otros por ocultarlas…
Esta manipulación se vio deliberadamente cuando por ejemplo las empresas de Zuckerberg rápidamente actuaron contra cuentas supuestas de «trolls» en Venezuela, México, Bolivia e incluso en las recientes elecciones de EEUU. Casualmente, estas cuentas mantenían posiciones contrarias a los intereses capitalistas en esos países, pero no actuaron de la misma forma ni con la misma celeridad en otros casos.
Prueba de ello fue en septiembre del año pasado la denuncia contra este monopolio de las Redes Sociales por no haber actuado contra cuentas encargadas de manipular elecciones y procesos políticos en distintas partes del mundo, lo cual consta en un documento de 6.600 páginas que dan cuenta de ello, y el respaldo del testimonio de la científica Sophie Zhang, quien se desempeñaba dentro de la compañía y curiosamente fue despedida.
Parte de ese documento, y que oportunamente fuera reflejado por algunos medios, entre ellos Infobae, señala que entre los casos de uso de cuentas falsas para alterar de manera artificial la imagen de gobiernos y partidos políticos se encuentran Honduras y Azerbaiyán, así como campañas coordinadas de distintos tamaños que buscaban impulsar o dañar candidatos o elecciones en países como India, Ucrania, España, Brasil, Estados Unidos, Bolivia y Ecuador.
En septiembre de 2019, el Servicio Federal de Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación conocido como Roskomnadzor, denunció a Facebook (junto con YouTube, propiedad de Google), por incumplir la normativa electoral al permitir la difusión de anuncios políticos en sus plataformas durante las elecciones regionales en Rusia, la cual respaldaron con sendos documentos.
¿Pero cómo se relaciona todo esto con lo ocurrido en EEUU?
Las acusaciones de fraude emitidas por Trump, quien buscaba su reelección, no eran tal alocadas como parecían, y están ligadas a la historia del Partido Demócrata, y que no hace mucho tiempo salió a la luz con el caso más emblemático, el ilegítimo triunfo de J. F. Kennedy (investigación reflejada en el libro “Kennedy cincuenta años después”, de César Vidal), con dominio en varios Estados de EEUU, donde votan más electores que los ciudadanos que figuran en condiciones de poder votar, entre ellos indocumentados, extranjeros no radicados, personas que ya fallecieron, etc. (algo que por suerte en Argentina no sucede…).
Esta exposición llevó rápidamente a que las Redes Sociales comenzaran a esconder toda esta información, y sólo podía verse mayoritariamente dos perfiles de datos, el que impulsaban a Biden como una figura benévola y la demonización de Trump.
Los dos hechos más paradigmáticos son el bloqueo de la cuenta oficial de Twitter y Facebook de Donald Trump, y los esfuerzos por ocultar información sobre la vida de Biden y, fundamentalmente, sobre su hijo Hunter Biden, sobre quien pesan acusaciones de pedofilia, imágenes y videos que tuvieron que ser investigados desde China dadas las denuncias por el ocultamiento y bloqueo de cuentas para evitar que esto trascienda desde las RRSS dominantes.
De hecho, tras comenzar a difundirse esta información hubo esfuerzos denodados, por ejemplo en Twitter, de bloquear aunque sea temporalmente a las cuentas que se encargaron de divulgar esta información, sin importar a qué parte el mundo correspondieran, incluso en Argentina uno de los afectados fue el periodista, licenciado en Ciencias Políticas y Magíster en Filosofía, Agustín Laje.
Como también fue cubierto el escándalo tras las denuncias de Tara Reade por «agresión sexual» contra Joe Biden, cuando ella trabajaba como asistente personal de él, durante su desempeño como senador de los Estados Unidos, acusación a la que sumaron otras mujeres que lo denunciaron por «haberlas tocado de manera inapropiada».
Lo cierto es que ni las acusaciones pasaron a mayores ni las redes sociales permitieron viralizar las imágenes de los videos en los que se ve la forma en que Biden interactúa con menores -durante su asunción en el Senado-, y cómo la forma de tocarlas o acercarse genera más de una suspicacia.
Entonces, ya no sólo alcanza con la influencia en países subdesarrollados o desestabilizar gobiernos en Latinoamérica y Europa, entre otros, sino también el alcance en la incidencia electoral de Estados unidos ha hecho entre el fraude y las Redes Sociales una alianza destinada a promover y acabar gobiernos.
Para datos más concretos sobre el fraude electoral, alcanza con mencionar sólo algunos de los párrafos de la investigación llevada adelante por Armando Valladares, escritor, preso político cubano, embajador de los EE. UU., y director del Instituto Interamericano por la Democracia, publicada en el diario La República y que tomó como fuente documentos oficiales, expedientes judiciales y notas de prensa, entre otros.
Valladares expone que el Partido Demócrata a través de su brazo conocido como ACORN, inscribió a ese movimiento político a diez millones de personas que no eran ciudadanos norteamericanos, también cita que existen más de 1,8 millón de muertos como votantes activos y 2.75 millones de personas registradas en más de un Estado. (The Hill, 8 de julio, 2020), y más directo aún que en el condado de Luzerne, Pennsylvania el FBI y el Departamento de Justicia investigan el hallazgo de boletas de militares que votaron por Trump tiradas en un basurero. (John Binder (periodista Breitbart 25 de septiembre, 2020).
Poder económico, poder de la información y el poder político confluyen para ejercer una supremacía e instalar nuevas ideologías y conductas en este Nuevo Orden Mundial, y las investigaciones ponen a Jair Bolsonaro, actual presidente del Brasil también en el ojo de la tormenta, nominado a correr el mismo desenlace que Trump.
Dos temas fundamentales para esta nueva era del poder y en los cuales han puesto un gran esfuerzo económico, de control de la información y manipulación en las RRSS, fueron para promover la legalización del aborto así como atacar a los países que no han dispuesto aislamiento durante esta pandemia de Covid-19, aunque los resultados reales muestren que en promedio per cápita no ha tenido más contagios o muertos que las naciones con estrictas cuarentena.
Es aquí donde nuevamente el nombre de George Soros suena, reconocido por ser uno de los principales financistas para promover el aborto en el mundo, así como también por ser antagonista a Donald Trump.
Es en estas dos áreas en las que se encuentran puntos de coincidencia entre Trump y Bolsonaro, uno en sus posturas en contra de legalizar el aborto, y otro el no exigir el aislamiento ante el Covid-19, manteniendo en movimiento la economía de sus respectivos países, desafiando así parte de los intereses perseguidos por estos líderes del NOM.
La manipulación de las elecciones a través del fraude y las Redes Sociales ya es una realidad que nos hace pensar una vez más si lo que vivimos es realmente una Democracia, si elegimos a quienes gobiernan y si quienes nos gobiernan son los que realmente están en el gobierno.
En fin…
Por: Norman Federico Ullrich.