Celia Arrúa, mamá de la pequeña residente en Santo Pipó, resultó ganadora del Programa IPLyC Social Inclusivo (N° 47), del 2 de marzo. Nuria Maira Arrúa (8) nació prematura, y a los cuatro meses se manifestó el Síndrome de West (encefalopatía epiléptica) que le provocó convulsiones y le dejó secuelas en la parte motriz y del habla. “Siempre soñé con tener una hija. Al momento que el neurólogo me comunicó el problema de salud que presentaba, se me vino el mundo abajo. En ese momento no sabía qué hacer, pero no decaí. Saqué fuerzas, y gracias a Dios, mis padres y mis hermanos siempre estuvieron a mi lado. Creo que gracias a la contención de ellos y a Noelí -una amiga muy querida- y a Jarumi -mi hija adoptiva, que es como la segunda mamá de Nuria, porque tiene una conexión impresionante con su hermana- salimos adelante”, manifestó la docente de nivel inicial que trabaja en doble turno desde hace 18 años.
Añadió que todo eso hace que “Nuria sea lo que es. Es una niña feliz porque tiene una familia que la contiene y la apoya, y que lucha porque cuando ella se despierta, lo hace con una sonrisa. Eso nos da más ganas. Verla a ella es lo máximo”.
La madre confió que Nuria es una nena “muy sana. Por su patología, tiene retraso madurativo, comprometida la parte motriz y el habla, pero ve y escucha muy bien. Se manifiesta cuando le gustan las cosas y cuando no, busca la forma de comunicar. Creo, y de acuerdo a los profesionales, tiene grandes progresos gracias a las terapias, a los medicamentos y a la estimulación que recibe tanto en el Centro de Rehabilitación de Puerto Rico –adonde acude para realizar su terapia y recibir educación-, como en su propio hogar”.
Contó que la beneficiada se despierta entre las 7 y 7.30, con una sonrisa, “que es la motivadora de mi día a día. Después de desayunar, viaja a Puerto Rico, regresa cerca de las 13, almuerza, hace siesta, viene su acompañante terapéutico con la que hace juegos, estimulación, paseos en su silla. Le gusta la música, y duerme tarde. Es alegre, tiene mucha energía, y se adapta a todo, pero le irritan los ruidos bruscos, fuertes, porque su audición es muy sensible”.
Hasta el nacimiento de su hija, Celia desconocía lo que era tener un familiar con discapacidad, “pero siempre formé parte de los programas inclusivos porque tenemos en el pueblo una escuela de educación especial y siempre hacemos jornadas de integración e inclusión. Ser maestra de nivel inicial me ayudó muchísimo”.
Se enteraron que Nuria fue ganadora tras un mensaje de los integrantes de IPLyC Social, y hasta dudaron que fuera real. “No esperábamos porque no conocíamos el programa, pero nos sentimos felices. Es una bendición. El premio es de gran ayuda, estábamos pensando en reformar el baño, ampliarlo, para que ella tenga más espacio y comodidad. Me parece un programa maravilloso”, sintetizó Celia Arrúa.
La mujer entiende que “con fe en Dios, todo se puede. No todos tienen la posibilidad de un trabajo, una obra social, para sacar adelante a nuestros niños. Pero tener un hijo con discapacidades diferentes no es el fin del mundo, tenemos muchos lugares adonde llevarlos, muchas puertas para golpear, no hay que dejarse estar, hay que luchar, tener fe, siempre hay una persona que nos puede ayudar”.