Después de más de cinco años de reclamar de todas las maneras posibles -incluida una marcha hacia la Municipalidad de Santa Ana- la necesidad de agua potable en el barrio El Cerrito, las familias recibieron la buena noticia que cambió su realidad: conectaron la red de agua, y aunque sólo es para el grupo de familias ubicadas en la zona más baja; es un paso muy importante ante tanta desolación de derechos.
La popular barriada se encuentra en un sector del cerro -de ahí su nombre- sin apertura de calles y precarias condiciones de hábitat. Conociendo esta problemática, el diputado Martín Sereno, del bloque parlamentario Tierra, Techo y Trabajo -que se reunió varias veces con los vecinos- presentó el año pasado, un Proyecto de Comunicación e hizo gestiones ante organismos de la provincia y del municipio para que provean agua al barrio y arreglen las calles, porque, así como está impide el ingreso de ambulancias o taxis cuando hay una emergencia entre las numerosas familias.
«Conocimos las carencias del barrio a través de Joseline Meza, nuestra referente zonal del Movimiento Evita, y a partir de ahí comenzamos con las gestiones. El cansancio de las familias las llevó a movilizarse, hasta que finalmente las autoridades municipales dieron respuesta, por ahora para pocas familias, porque según explicó el intendente Pablo Castro, no hay presupuesto, y espera que lleguen fondos de la Nación para hacer una perforación que costaría 30 millones de pesos», señaló Sereno.
Agregó que seguirán acompañando la lucha para que el derecho al agua incluya a la totalidad de las familias de El Cerrito, y de los otros barrios de Santa Ana.
La solución de agua para todos es la perforación
Una de las mujeres más activas de El Cerrito es Cristina Neu, 35 años y cuatro hijos. Si bien está contenta por tener agua potable, lamenta y entiende el enojo del resto de los vecinos a los que no les llegó.
«Es una pena porque somos más de 30 familias, con muchos chicos, y sólo nos tocó a pocas. El resto tendrá que seguir dependiendo del tractor con el tanque de la Municipalidad que trae agua al barrio, y que es bastante insalubre. Vamos a seguir reclamando aún cuando sabemos que hay vecinos que tienen miedo de que, si protestan, la municipalidad les saque el terreno, pero no lo vamos a permitir», graficó.
La joven recordó que la lucha que llevan es muy larga. Tener la red de agua les brinda una gran tranquilidad; pero lamenta que abarque sólo una manzana cuando en el barrio hay seis. La obra que hizo la Municipalidad fue trasladar un caño al sector más bajo del cerro e instalar una bomba de impulsión.
«La felicidad es para pocas familias; pero la lucha sigue por todos, porque damos fe que sólo así vamos a lograr que los otros sectores también tengan agua con la perforación en la zona. Esa es la solución de fondo», aseguró Cristina.
«Acá no hay inclusión»
La zona donde están ubicados El Cerrito, Martín Chico, El Cruce, Quinta Once y las Manzanas 21; 14 y 90 suman más de 100 familias. La mayoría de los lotes fueron cedidos por el Municipio de Santa Ana hace más de diez años, y el sector alto del cerro fue habitado hace cuatro años. El problema es que al entregar los terrenos, no se tuvo en cuenta la apertura de calles, ni la perforación de un pozo en un lugar alto -donde no puede llegar la red de agua- además de incluir los servicios básicos.
«A veces los gobernantes se olvidan que somos ciudadanos que contribuimos a la sociedad, somos parte de esta provincia, y acá no hay inclusión. Por eso nos juntamos, nos organizamos y salimos a luchar, de lo contrario quedamos en el olvido».
Así comenzaron el reclamo que continúa. «Son muchas las personas que nos sentimos excluidas por algunos políticos que se olvidan que cuando hay elecciones son estos mismos vecinos los que caminan por el cerro lleno de piedras con sus votos. Esto no es inclusión», insistió la joven.
«Vamos a seguir luchando»
En El Cerrito una postal de la felicidad la forman Juan González, de 78 años y doña Olga, de 76, que hace más de diez años esperaban contar con este derecho. Cuando vieron llegar al barrio a los operarios municipales no lo podían creer. «Es un milagro. Una alegría grande, creíamos que ya no íbamos a poder disfrutar del agua saliendo de la canilla», expresaron emocionados.
Otra de las vecinas agradeció a todos y todas las que acompañan el reclamo como las y los militantes del Movimiento Evita y TTT, «a las compañeras que apoyan y a mis vecinas que no aflojan», dijo.
Toda la comunidad coincide en que van a seguir luchando por los derechos que faltan. «Quedan pendientes los caminos, el alumbrado público y por supuesto la perforación para que el agua llegue a todas las familias, y no importa cuánto cueste, el pozo perforado es responsabilidad de un Estado presente», afirmó Cintia.