Fue el primer concierto de la gira despedida de El Rey, llamada «Gracias». Por el momento tiene fechas agendas en Jesús María ; Henderson, Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires, Santiago del Estero, ciudad de Córdoba, San Miguel de Tucumán, un nuevo Luna Park, Mendoza y Rosario.
Ramón «Palito» Ortega comenzó su despedida de los escenarios con un explosivo show en el estadio Luna Park, que lució repleto y donde el público, compuesto en su mayoría por gente adulta, festejó cada una de las canciones y acompañó como una troupe juvenil el desarrollo del concierto.
La noche de Palito, conocido como el Rey cuando era el astro más luminoso del orbitante sistema de la industria cultural local en la década del 60, arrancó a puro pop, enhebrando uno tras otro viejos hits de otra época y otro mundo pero que en la noche del sábado, en el Luna Park, parecieron recientes.
Así se sucedieron «Un muchacho como yo», «Bienvenido amor», «Viva la vida» y «Corazón contento», con un Ortega vestido, literalmente, de punta en blanco (zapatos, pantalón, camisa y saco con vivos dorados) y una banda acostumbrada a los grandes escenarios, que sonó siempre fuerte y al frente, con batería y caños (dos trompetas, trombón y saxo) al frente.
Dos guitarras, percusión, bajo, teclados y un coro de tres coristas terminaron de conformar el ensamble que, sobre el escenario, acompañó y sostuvo a Ortega en todo el show.
Junto a esto, una sólida escenografía, con una pantalla gigante que abarcó todo el escenario, sobre la que se proyectaron imágenes de Ramón Ortega de joven, figuras abstractas o fotos alusivas, enmarcadas en un estridente brillo pop, fue una de las notas salientes del concierto, que mantuvo en alto la energía a lo largo de las dos horas netas de duración.
El del Luna Park fue el primer concierto de la gira despedida de El Rey, llamada Gracias, que por el momento tiene fechas agendas en Jesús María (9 de enero); Henderson (19 de febrero), Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires (22 de febrero), Teatro Municipal de Santiago del Estero (26 de febrero) Quality Espacio de la ciudad de Córdoba (26 de marzo), Teatro Mercedes de San Miguel de Tucumán (1 de abril), estadio Luna Park (22 de abril) Arena Maipú de Mendoza y Anfiteatro de Rosario.
Si algo dejó claro el show fue que la efusividad, la devoción y la empatía que despierta Ortega en su público se mantiene tan fuerte como en sus mejores épocas y que nada hizo mella, menos el tiempo, en la relación entre el cantante y la gente que lo sigue.
«Qué bueno que es cantar para ustedes, pasaron más de 50 años de la primera vez que estuve acá», dijo Ortega antes de entonar «Despeinada», que junto con «Estoy perdiendo imagen» y «Muchacho que vas cantando» coronaron el set más pop y estridente de la noche.
Luego de estas llegaron las canciones románticas, que Palito llama «melódicas», que se hicieron famosas en su voz así como en la de otros de la época como Olga Guillot y que revelan un Ortega cantaautor distinto del de sus hits y canciones más rítmicas.
En este lapso hubo espacio para «Vestida de novia», «Sabor a nada» y «Lo mismo que usted», luego de lo cual Ortega abandonó el set para volver con otro vestuario (pantalón negro y saco oscuro con brillos), y dejó el escenario en manos del guitarrista Norberto Franzoni, director musical de la orquesta, y las tres coristas.
Palito arrancó la segunda parte del show con un popurrí que abarcó «Decí por qué no querés» y «Camelia», una versión de «Popotitos» con Ortega en guitarra y «Mi primera novia».
En ese momento del show llegó el momento de las presencias y las evocaciones: hizo subir al escenario a su mujer Evangelina Salazar y le cantó «Qué vas a hacer esta noche»; apareció el papa Francisco en un video especialmente hecho para el Rey («Te felicito por cómo humanizas con tu arte sencillo y directo y por tu mansedumbre», le dijo el sumo pontífice) y también cantó con guitarra una canción en recuerdo a Cacho Castaña y otra a los muchos artistas populares fallecidos, acompañada por fotos sobre la pantalla.
Luego ofreció la canción «Autorretrato», precedida de una reflexión en la que recordó sus primeras épocas: «En ese tramo del camino, yo llegué a Buenos Aires muy joven cargado de sueños, yo quería hacer cantar a todos», rememoró.
Para el final llegaron «Creo en Dios», «Se parece a mi mamá» y «Yo tengo fe».
Luego fue el momento de «Voy cantando» y «Media novia», que volvieron al furor pop del comienzo y que dieron rienda suelta al cántico «no se va, Palito, no se va», anuncio de una despedida que puede estirarse a lo largo del año próximo pero parece inexorable.
Fuente: Telam