Compartimos algunas consideraciones del director del Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral, Marcelo Bermolén:
- Argentina vuelve a ser aplazada en la lucha anticorrupción, en un marco de estancamiento, anomia y luchas internas de poder.
- Argentina se mantiene en el pelotón de países latinoamericanos relegados junto a Colombia y Brasil, muy por debajo de los lideres de la transparencia latinoamericana que siguen siendo Chile y Uruguay. Sólo Venezuela y Paraguay muestran peores resultados.
- A nivel intercontinental, comparte posiciones con Marruecos, Etiopía y Moldavia.
Argentina luce como un país entumecido y a la deriva.
- Aunque iguala el puntaje del Índice de Percepción de la Corrupción del año anterior (con 38 puntos sobre 100) y mejora un par de lugares (puesto #94) porque otros empeoran levemente, en un continente de por sí en crisis, permanece en el fondo de la tabla del ranking de Transparencia Internacional.
- Fracaso coronado con la reciente salida de Félix Crous como titular de la Oficina Anticorrupción, en la práctica una institución dependiente del poder que se reduce a formalizar meras recomendaciones.
- Mientras la energía del Gobierno está puesta en sitiar a la Corte Suprema y propiciar la exoneración de sus dirigentes, la sociedad mantiene a la corrupción en el podio de los problemas más severos que afectan la Argentina, detrás de la inflación y la situación económica del país.
- En medio de la una fatiga institucional, condenas por corrupción a encumbrados funcionarios, ataques a la justicia, debilitamiento de los organismos de control y parálisis de la actividad legislativa y del Consejo de la Magistratura, Argentina luce como un país entumecido y a la deriva.
- En materia de calidad institucional, los avances son esporádicos, vinculados a exigencias internacionales, crisis políticas, escándalos o tragedias, que exponen las debilidades y falencias de un sistema que facilita la impunidad.
- No hay proactividad, ni se vislumbra liderazgo, ni modernización, ni impulso consciente y convencido -más allá de las declamaciones- que impliquen fortalecimiento institucional y una merma del poder político discrecional.
- Se carece en la práctica de una política pública de lucha contra la corrupción permanente y eficaz.