Mientras que en toda la Argentina se extiende el uso del SUBE Nacional, en Misiones, fundamentalmente Posadas, Garupá y Candelaria los usuarios siguen siendo rehenes de una empresa que domina el mercado y el negocio sin permitir que el sistema adoptado por el país pueda llegar, y en un negocio donde históricamente no han blanqueado los números, con la venia del poder político de turno.
En puntos clave de Buenos Aires, como en otras localidades argentinas, se siguen instalando sistemas automáticos de carga del SUBE Nacional, donde el usuario puede chequear su crédito disponible y efectuar una carga obteniendo un ticket como comprobante. Cabe destacar, que esta tarjeta es utilizable en todos los servicios de transporte público de pasajeros (colectivos, subte, tren), de las ciudades y provincias adheridas, como es el caso de la vecina ciudad de Corrientes.
En contrapartida, en Misiones no se permite la llegada del SUBE Nacional, y tanto los vecinos como los turistas se ven obligados a tener que tramitar el SUBE Misionero o bien pagar en efectivo el precio del boleto notablemente más caro.
Por otra parte, los comprobantes que se emiten en los sumamente escasos puntos de carga NO son válidos como comprobante fiscal, es decir que la empresa que emite el SUBE Misionero (y que tiene estrecha relación con la firma monopólica), no factura de manera directa sus ventas (cargas), siendo nuevamente la falta de control real lo más destacado.
Por ende, tanto los entes encargados de controlar al sistema de transporte público como también los organismos de recaudación (AFIP y DGR), adolecen de un verdadero sistema de registración que imputen cada una de las cargas con precisión.
¿Entonces? Evidentemente, creen en la buena fe de Don Casimiro y las integrantes de la organización Empresarios Unidos del Transporte Automotor (EUTA), que presentan su declaración jurada. Es decir que, mientras cualquier microemprendedor o comerciante si no emite una factura se arriesga a que le clausuren el negocio y lo castiguen con sendas multas, megaempresas como las del transporte urbano escapan a un verdadero contralor fiscal de sus ventas reales.
En clara connivencia con el poder político de turno, la imposibilidad que el SUBE Nacional llegue a Misiones tiene como principal fundamento que a estas empresas locales se les termina el dominio solapado del negocio y, al fin, sus números deberían ser ciento por ciento blanqueados y de conocimiento público.