Es argentino, se instaló en Ecuador y cuenta cómo es la dolarización: “El sueldo básico ronda los 400 dólares”

Esteban Dreer comenzó su carrera en Arsenal de Sarandí; a falta de oportunidades, hizo las valijas y buscó nuevos rumbos en Lituania y en el país latinoamericano; el camino hecho y los desafíos económicos de su segunda casa

La historia de Esteban Dreer es la de un buscador de oportunidades. También, la de un luchador, la de una persona que persigue sus sueños. Su camino empezó como arquero en Arsenal de Sarandí y Ramón Santamarina de Tandil, en la Argentina. Sin las oportunidades y el éxito que uno a veces imagina al llegar a la Primera División, su carrera siguió en el fútbol de Lituania hasta recalar, en 2009, en Ecuador, para vestir la camiseta del Deportivo Cuenca.

Emocionado por una nueva oportunidad en el mundo del fútbol, Dreer aceptó el desafío de mudarse a Ecuador, sin saber qué esa nación lo cobijaría por el resto de su trayectoria profesional, incluso hasta formar parte de la selección desde 2015 hasta 2018.

Ecuador, el país dolarizado que le abrió las puertas

Convencido por un proyecto futbolístico, el Rifle, como lo apodan, llegó a un país que tiene una particularidad en su economía: su moneda es el dólar estadounidense, que reemplazó al sucre a principios de los años 2000 bajo la presidencia de Jamil Mahuad y lo convirtió, junto a Panamá y El Salvador, como los casos latinoamericanos que adoptaron la moneda estadounidense. Incluso, el tema caló en la Argentina luego de que Javier Milei levantara a la dolarización como una bandera de campaña.

Actualmente, como periodista, Dreer dialogó con LA NACION y explicó cómo es la situación económica de Ecuador a 23 años de tomar una medida que, según su óptica, hoy da resultados. “Ecuador es un país estable para poder vivir. Es más: hay mucha gente que viene al país por la buena salida económica que tiene”, explicó el exjugador de Emelec y Liga de Portoviejo, donde se convirtió en un referente del deporte nacional a base de sus atajadas y logros deportivos.

Dreer explicó que tomó más conciencia de las necesidades de los ciudadanos desde el otro lado del mostrador, es decir, cuando colgó los guantes y se colgó el traje de periodista. “Como deportista uno no tiene tanto conocimiento del día a día de las personas, pero ahora que trabajo en un noticiero de la mañana uno va conociendo más, sabe que la gente puede vivir con un sueldo básico que ronda los 350 y 400 dólares. Desde mi ignorancia, la dolarización le hizo muy bien al país”, señaló.

Ubicado en Samborondón, en Guayaquil, el Rifle remarcó que el país atraviesa una grave situación en cuanto a la seguridad, donde “se mata por nada”. “Siento que es muy difícil poder hacer algo similar en Argentina en cuanto a la dolarización”, sintetizó sobre este proyecto que busca cambiar radicalmente la manera de vivir el día a día en el país.

-Para quien tenga en sus planes visitar Ecuador, ¿cuánto tiene que calcular para poder alimentarse?

-Acá el almuerzo, en un local de comidas, te puede salir 1,50 dólar o 2 dólares. Sumale a que también lo podés hacer en la cena, da un total de 4 dólares por día. Un plato básico tiene un pedacito de pollo, acompañado de arroz y ensalada. Previo a eso te sirven un plato de sopa y un vaso de jugo. Ahora si tenés que ir al supermercado a hacer compras semanales cambia, con un sueldo básico no te alcanza.

Con su esposa Mariela y su hijo Felipe en la Argentina, Dreer sigue constantemente qué pasa por estas latitudes. Uno de los detalles que más le asombra es la inflación y la falta de estabilidad en términos económicos: “Acá en Ecuador pueden variar los precios entre 0.50 centavos de dólar o 1 dólar, pero allá se modifica mucho más seguido. Ves el dólar que está a 760 pesos… es una barbaridad lo que pasa en la Argentina”.

Por último, remarcó la facilidad que tienen los ecuatorianos para acceder a un auto o una casa debido a los préstamos que otorgan los bancos. “Acá tenés facilidades para acceder a un crédito para una casa o un auto. Por ejemplo, están urbanizando algunas avenidas y una casa estará entre 40 ó 50 mil dólares y si tenés un recibo de sueldo de 5 mil dólares te dan todas las herramientas para que puedas tenerlo”, destacó.

Lituania y el día que dejó los guantes de lado para “bailar”

Con una incipiente carrera en el fútbol argentino, Esteban Dreer decidió armar las valijas en busca de obtener continuidad como deportista profesional. En 2007, sin Internet, ni redes sociales, para tener un pantallazo optó por viajar a Lituania. Sin lugar en la consideración del entrenador Gustavo Alfaro, el arquero dejó Arsenal hacia un mundo desconocido.

Desde su arribo al país europeo, las cosas cambiaron radicalmente. Un viaje de tres horas por un territorio desconocido hasta el hotel y el choque de la barrera idiomática dejaron expuestos a un joven jugador que debió rebuscárselas. “Me costó al principio. No aguantaba más. Por suerte me crucé con Rafael Ledesma, un brasileño que hablaba inglés y castellano”, relató Dreer.

Dentro de las peculiaridades que atravesó durante un año y medio, Esteban debió participar de un concurso de baile, similar al Bailando por un Sueño, con la amenaza de que si no lo hacía, perdería su contrato en dólares. “Un día me llama Rafael y me dice que tenemos que ir al teatro a verlo a Vladimir (Romanov), el dueño del club y de un canal de televisión, que quería hablar con nosotros. Cuando llegamos, él nos recibe con dos mujeres rubias y nos dice que teníamos que preparar un número de baile, de lo contrario nos echaba”, contó, entre risas.

Sin derecho a réplica, Esteban, su compañero brasileño y un jugador argentino llamado Fernando Screpis aceptaron el reto al bailar frente al público, las cámaras y sus propios compañeros, quienes aplaudían ante la puntuación de los jurados.

Con una trayectoria reconocida en Ecuador, siendo uno de los arqueros más influyentes en el ámbito local, Dreer contó sus peripecias en Lituania, donde lo llegaron a vigilar para saber cuánto gastaba en un supermercado o un shopping.

Lejos de ese recuerdo, él supo reconstruir su vida y dio un cambio radical para convertirse en periodista, donde admitió que “no es amigo de nadie” a la hora de lanzar alguna crítica, siguiendo así la línea de un puesto donde debió forjar su carácter y personalidad para trascender.

Fuente: La Nación