Familias de numerosos barrios populares de Santa Ana, decidieron -cansadas de no tener respuestas- movilizarse hasta la Municipalidad local y cortaron la calle principal para reclamar al intendente Pablo Castro una solución al padecimiento de vivir sin agua potable.
«¡Con los niños y las niñas no!», fue la consigna, «debido a que las infancias junto a los adultos mayores son quienes más sufren diferentes patologías, porque ante la falta de acceso al vital líquido, deben utilizar agua insalubre en tanques que les acerca el municipio», explicaron.
La protesta se realizó este miércoles «por el desinterés de las autoridades comunales y provinciales», indicaron las familias que estuvieron acompañadas por militantes del Movimiento Evita, vecinos de El Cerrito, Martín Chico, El Cruce (30 familias) Manzana 21 (30); Quinta Once (15); Manzana 14 (10) y Manzana 90 (40 familias), megáfono en manos para hacerse oír.
«Este problema es de larga data y afecta a familias que habitan terrenos cedidos por el municipio en condiciones paupérrimas e incluye la falta de trazabilidad de servicios básicos y la apertura de calles correspondientes», señalaron a través de un comunicado.
En noviembre del 2021, el bloque parlamentario Tierra, Techo y Trabajo, luego de insistir con proyectos de comunicación presentados en la Legislatura misionera, y de hacer gestiones; logró que el presidente del bloque del Frente Renovador y otros diputados se acercaran al barrio, y al ver la dramática situación, se comprometieron a que en 60 días se construiría el pozo perforado; «pero al cabo de seis meses, esas promesas no se cumplieron, por eso decidimos marchar y que el intendente escuche a su pueblo que dejó abandonado», manifestaron, en representación de más de 120 familias.
«El municipio manda un tanque de agua insalubre»
Hace unas semanas, nuevamente las vecinas convocaron al diputado Martín Sereno (TTT), porque siguen con la acuciante carencia. «Son familias trabajadoras que reclaman al Estado este derecho humano vital, que se suma al problema de la apertura y reparación de caminos que se encuentran en condiciones deplorables», cuestionó Sereno.
Las autoridades municipales abastecen de agua al barrio una vez por semana, que para la cantidad de personas que conforman El Cerrito es «insuficiente e insalubre», reclaman.
La última vez que el camión cisterna quiso llegar, casi vuelca por el deterioro del camino de ingreso.
«Nuevamente estamos insistiendo con las gestiones, pero instamos a los responsables provinciales que no le mientan más a nuestra gente, a esos niños con enfermedades, mujeres embarazadas, adultos mayores que viven en paupérrimas condiciones de vida, como consecuencia de la inacción del Gobierno municipal y provincial. Es su obligación y deber garantizar derechos postergarlos», enfatizó el legislador de TTT.
«No tenemos red, pedimos un pozo perforado»
Una de las vecinas de El Cerrito, relató que ya son diez años los que sobreviven sin agua potable; pero las promesas comenzaron hace cinco cuando presentaron notas de pedidos a organismos de la provincia y de la Municipalidad de Santa Ana.
«Todos conocen nuestras necesidades; pero llegan al barrio, hacen promesas y no cumplen, y nos obligan a vivir de manera indigna y dependiendo de un tractor que acarrea un tambor de agua sucia una vez a la semana. Los diputados renovadores, Martín Cesino y Roque Gervasoni (MC), y la secretaria de Gobierno municipal, estuvieron en mi casa y me prometieron que en dos meses tendríamos agua; pero nos mintieron porque seguimos sin una red ni un pozo perforado», lamentó Cristina Neus.
Insistió en una solución que sea definitiva, porque el agua que consumen actualmente proviene directamente del río, y desconocen si está potabilizada. «En Santa Ana no se sabe qué pasa con la planta potabilizadora de agua, y casi todo el pueblo está con el mismo problema, solo que en nuestro caso ni siquiera tenemos red, y dependemos del camión municipal», dijo.
«Para los pobres no hay tierra, techo ni trabajo»
El grupo de vecinos, reunidos con el diputado Sereno hicieron hincapié en la falta de una calle en condiciones para transitar. «No puede entrar una ambulancia ni un taxi cuando tenemos una emergencia. Hace unos días el gobernador entregó algunos títulos de propiedad en Santo Pipó, y habló de cumplir con la tierra, el techo y el trabajo. ¡Mentira! Nosotros no tenemos agua, ni calles, y hay otros vecinos como los de Quinta Once que tampoco cuentan con luz. Viven mucho peor que nosotros. Teníamos expectativas con las promesas de esos funcionarios que ahora sabemos que nos mintieron en la cara al decirnos que se iba a solucionar, y no aparecieron más», indicaron.
Cintia Welder lleva más de tres años en El Cerrito. Adquirió un lote municipal; pero al tiempo comprobó que la falta de agua es un gran problema. Los días de lluvia, el camión aguatero no puede ingresar y quedaba con sus hijos pequeños varias semanas a la deriva.
«Tengo tres tambores para cargar; pero el agua suele tener arena, piedras, hojas, mucha suciedad, y no nos animamos a consumir ese líquido por miedo a las enfermedades. Es indigno vivir sin agua y con caminos intransitables, a la noche la oscuridad es total. Mis tres chicos, uno de 7 años con problemas de salud, otro de 12 y una nena de 11 años, suelen tener vómitos, diarrea, problemas estomacales, por la insalubridad del agua, y entonces tenemos que comprar agua mineral», señaló la joven.
El reclamo es coincidente: que los gobernantes se pongan en el lugar de la gente. «Todos necesitamos servicios básicos: agua potable, energía eléctrica, alumbrado público y caminos transitables, al no garantizarnos esto, el Estado vulnera nuestros derechos fundamentales», destacó Cintia con preocupación.