Mientras la selección de fútbol pelea por pasar a semis en el Mundial Qatar 2022, ¿qué sucedería si en lugar de goles los partidos estuvieran definidos por el nivel de corrupción de cada país? El director del Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral, Marcelo Bermolén, elaboró un Mundial basado en la posición de las naciones en el índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional y con el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Lucha contra la Corrupción, este viernes 9 de diciembre.
Tras el FIFA gate de 2015 -que se convirtió en uno de los casos de corrupción más importantes dentro del ámbito del fútbol-, llegó el tan esperado Mundial Qatar 2022. Esta competencia, además de distinguirse por mostrar la mayor y más polémica incorporación de tecnología a una competencia de este nivel, trajo aparejadas múltiples acusaciones y sospechas acerca del modo en que ese país consiguió (en 2010) imponerse como sede oficial ante la FIFA. “Algunos medios y periodistas especializados llegaron a tildarlo como el mundial de la corrupción”, explica Bermolén.
En el mundial de la transparencia ganaría, sin dudas, el país menos corrupto. Los tres primeros lugares de la Copa Anticorrupción son ocupados por naciones europeas: Dinamarca, Suiza y Países Bajos que ocupan, respectivamente, el lugar N°1, N°7 y N°8 en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2021 elaborado por Transparencia Internacional.
“Dinamarca sería la selección estelar de su grupo, que transita sin alteraciones su nivel anterior del IPC 2020 y lidera el ranking de Transparencia Internacional junto a Finlandia y Nueva Zelanda (dos naciones que hoy no juegan al fútbol, pero sí de destacan en la lucha contra la corrupción)”, considera el profesor de la Escuela de Gobierno.
Según el índice elaborado por la Universidad Austral, los cruces entre los países del grupo C no permitirían a nuestro país pasar de la primera vuelta. Argentina -cabeza de serie en fútbol-, en el mundial anticorrupción quedaría eliminada en la primera ronda (posición 96). El decaído Polonia (puesto 42) y la ascendente Arabia Saudita (52) dominan la clasificación, mientras que un México -sin victorias- cierra el grupo (124).
¿Por qué un mundial sobre corrupción? Bermolén lo explica: “El vínculo entre el deporte del balompié y el poder político tiene antecedentes a lo largo de buen parte del mundo y Latinoamérica. La grieta, la violencia, el fanatismo, la opacidad y los negocios son características que confluyen y se asocian, entre el poder, la política y el fútbol. En virtud de tales antecedentes, y en momentos en que buena parte de la clase política aspira a que la sociedad esté distraída por un tiempo de los problemas vernáculos con el fervor mundialista, parece bueno -con esa misma lógica- regresar al mundial y jugar y juzgar cuáles de los países tienen buenas selecciones de fútbol, pero también buenas estrategias a la hora de combatir la corrupción. Algo así como el fair play en materia de lucha contra los sobornos y la pelota más limpia”.
En términos del capítulo local, el informe recuerda que, muchos dirigentes argentinos (políticos, empresarios, operadores, periodistas y sindicalistas) están -o han estado- involucrados en la conducción de grandes y medianos clubes del fútbol, “al punto que algunos de ellos han nutrido sus gestiones en la Administración del país de ex funcionaros surgidos de sus mandatos deportivos. Bastarían algunos nombres para mostrar y recordar que en Argentina la fórmula de negocios en el fútbol, poder y política, maridan muy bien. Una relación que se potenció con los años, y en la que cuesta distinguir la politización del fútbol de la “futbolitización” de la política. Tal vez porque fútbol y política tienen en común haberse vuelto un espectáculo de masas, construido rivalidades cercanas al fanatismo, y buscar popularidad instalando y promocionando falsas grietas”.
De los ocho países americanos en competencia, Estados Unidos, México y Brasil mostraron estancamiento en sus puntuaciones. Argentina, Ecuador y Canadá retrocedieron en el score, mientras apenas dos mejoraron su nota (Uruguay y Costa Rica). “Los resultados reafirman que en materia de lucha contra la corrupción América es un continente en crisis”, agrega Bermolén.
“Así como el fútbol requiere del fair play dentro de la cancha y que la pelota no se manche fuera de ella, es imprescindible que en el concierto de las naciones, gobiernos y sociedades asuman el compromiso ineludible de que el poder es un medio y no un fin; que la transparencia, la ética pública y la rendición de cuentas son un deber, y que la lucha contra la corrupción no admite la impunidad -cualquiera sea el lado que la sostenga-. Instituciones y funcionarios limpios sin sombras ni sospechas”, concluye el académico de la Universidad Austral.
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