Cristian Gaute, el turista bonaerense que meses atrás fuera agredido durante una manifestación en Puerto Iguazú, volvió a Misiones junto a su familia, invitado por el Ministerio de Turismo y el sector privado de la ciudad de las Cataratas.
Cataratas del Iguazú y su selva misionera se ubican dentro de los lugares de privilegio de las agendas de los viajeros del planeta.
Conocer esta maravilla del mundo es un anhelo, y hasta una meta de vida, para todo aquel que quiera vivir una experiencia inigualable con los 5 sentidos.
Pero como es sabido, ningún rincón del mundo, por más maravilloso que resulte, escapa a la complejidad del accionar humano y lo que empezó como un viaje de placer terminó para la familia Gaute en una experiencia con sabor amargo.
Pero Misiones es mucho más que un espectáculo de selva, agua e imponentes Cataratas. La tierra colorada completa su belleza con la calidez de su gente. Es ese el condimento que la hace atractiva para querer volver.
«El misionero es hospitalario, amable, agradecido», es la reflexión constante de los visitantes cuando se despiden de estas tierras. Y no se equivocan.
Cuidar al turista es para los misioneros una tarea constante, pues, su elección por esta curva de selva pone a funcionar un motor económico vital para el crecimiento de la provincia y la región, generando una gran fuente de oportunidades para todo aquel que se quiera nutrir de esta industria para su desarrollo.
Es por esto que, tanto el Ministerio de Turismo como el sector privado de Puerto Iguazú, decidieron que Cristian Gaute, su esposa Ivanna Buccafusco, y su pequeña Milagros, merecían darle una nueva oportunidad a la tierra colorada, para que «la primera impresión» esta vez no cuente.
Y fue así que, invitados por la provincia, volvieron a la tierra colorada y se quedan hasta el domingo, para llevarse lo que vinieron a buscar meses atrás: la experiencia intransferible de conocer Cataratas del Iguazú, una maravilla mundial que es solo el portal de entrada a una provincia con mil motivos para quedarse.