Por: Emilia Guevara (*)
“Del único lugar del que no se vuelve es del ridículo”, lo dijo Juan Domingo Perón y sigue vigente cuando se juega a la política. Es el caso de varios “dirigentes” de JxC, pero, más precisamente, es el caso de Martín Arjol. Ya lo vimos en el juego de la remera “arjel” y se evidencia en cada una de sus redes sociales.
¿Qué pasa cuando no te asesoran profesionales o personas capacitadas? Haces el ridículo. Parece ser que el radical quiere imitar a dirigentes nacionales que pueden hacer el gracioso porque tienen gestión demostrable que comunican por sí mismas, aunque podamos coincidir o no con ellos; desconoce por completo que este tipo de publicaciones “amigables con el público” están pensadas, trabajadas y cuadran en un perfil que está analizado por profesionales que saben cómo, cuándo y a quién se dirigen. Pero Arjol no tiene gestión, no tiene una trayectoria seria y salvo por haber ganado una elección gracias a una oleada nacional que lo impulsó, tampoco tiene votos: en 2019 obtuvo poco más de 11 mil votos lo que le valió el cuarto lugar (y esto es bueno recordar para tener humildad suficiente -.
Este fin de semana, estuvo en Iguazú el jefe de gobierno porteño que busca ganar la rosca presidenciable dentro de Juntos por el Cambio. En la ciudad de las cataratas estuvieron presentes Arjol, Pedro Puerta y otro puertista reconocido (no precisamente bien) Alfredo Schiavoni. Allí hubo reunión con vecinos (que, volviendo al profesionalismo, está muy planificada y no es algo espontáneo) a la que Pedrito no asistió en este afán de ser parte de la rosca y no de las soluciones. Pero todos estuvieron presentes en la rosca citada en un lujoso hotel de las 600 hectáreas horas después. El único que lo comunicó fue Schiavoni, hombre del PRO y principal portavoz de las decisiones de los amarillos en Misiones. Puertita y Arjol decidieron pasar por alto la visita del principal aportante de campaña como si hubiera sido una tía molesta una tarde de domingo.
No es menor el dato de la presencia del jefe de bloque de los diputados radichetos, Ariel Pianesi en Iguazú, tampoco es menor el hecho de que su presencia fue al día siguiente y recorriendo barrios para demostrar que él está cerca del pueblo y no en una rosca inútil que no aporta soluciones a nadie. No me malinterpreten, no quiero decir que Pianesi no rosquee, pero entiende que no está en una mesa de un hotel lujoso la importancia del acontecimiento y decide qué mostrar y qué no en favor de eso.
La UCR tiene serios problemas en su comunicación, pareciéndose mucho al Cambiemos de Macri que, estoy segura, era asesorado por la oposición en el período de su presidencia. Sumado a esto y hablando del ridículo, se suben a la discusión de una publicación de Facebook sobre un cartel; eligen el camino de la denuncia y no el del trabajo conjunto en favor de la ciudadanía. Es el caso Arjol que publica un video con la perspectiva correntina. Parece un chiste, pero no lo es, su perspectiva está más cerca del correntinismo que del misionerismo y sus intereses más cerca de los grandes empresarios que de los pequeños y medianos comerciantes y productores.
Pero volviendo al ridículo, no busco decirle a nadie cómo debe vivir, pensar y trabajar pero si que pensemos sobre la responsabilidad institucional de rendirle cuentas a la gente sobre el trabajo por el cual pagamos. Es muy divertido ver un tiktok de Marvel entre dos gurises de la escuela de robótica, pero no es divertido si el video lo hacen un concejal y un diputado nacional que prometieron soluciones estructurales y que no presentaron un solo proyecto loable para ello (es fácilmente chequeable en el digesto online de los órganos legislativos). En síntesis, dejen el chiste para la juventud start up, la rosca guárdensela para ustedes y pónganse a laburar que para eso les pagamos.
(*) Periodista (USAL). Maestrando en gobierno (UBA).