Los números del 2022 fueron positivos para las fábricas y concesionarios. Pero poco se habla del castigo a los clientes.
El Gobierno argentino celebró ayer los números positivos que arrojó el mercado automotor en 2022. Con respecto al 2021, los patentamientos subieron 6.8%, la producción trepó 23.5% y las exportaciones crecieron un 24.3%.
Funcionarios como el ministro de Economía, Sergio Massa, y el secretario de Industria, José Ignacio De Mendiguren, festejaron la tendencia como un logro de sus propias políticas: “Este es un sector que decían que no tenía futuro en Argentina. Estos resultados son la demostración de que, cuando nos lo proponemos, los argentinos somos capaces de llevar adelante cualquier epopeya donde se sume inversión, trabajo y políticas públicas”, dijo Massa al visitar en diciembre la fábrica de Peugeot.
Ayer, tras reunirse con las terminales de Adefa, De Mendiguren dijo: “La industria automotriz argentina está en su mayor nivel de producción en 8 años. Y este año van a crecer al menos 15%. Este crecimiento automotriz (sic) no es casualidad: es política pública”.
Al mismo tiempo, los community manager que manejan las cuentas de los dos funcionarios y las agrupaciones políticas que los apoyan lanzaron desde las redes sociales un hashtag que haría llorar a la RAE: #CrecimientoAutomotriz .
Sin embargo, para el consumidor argentino, el mercado automotor del 2022 fue una verdadera pesadilla. Y todo indica que la tendencia seguirá en este 2023: falta stock de unidades, hay demoras en las entregas, los abusos con los sobreprecios ya son la norma, recrudecieron las estafas con los planes de ahorro y la oferta está concentrada sólo en autos de producción nacional.
Por eso, cuando el Gobierno celebra los números positivos del sector automotor, es necesario analizarlos por completo.
* Producción: El año pasado se fabricaron 536.893 vehículos en Argentina, un 23.5% más que en 2021. Fue el mejor ejercicio de la industria automotriz local en los últimos ocho años. A pesar de este logro, las empresas padecieron la falta de piezas por las trabas en el acceso a las divisas, por la conflictividad sindical y por la crisis prolongada de los semiconductores (esto ya a nivel global).
* Exportaciones: Por los incentivos fiscales y el tipo de cambio, hoy las fábricas de autos en Argentina priorizan las exportaciones antes que el abastecimiento del mercado interno. Es uno de los motivos por los cuales hay demoras en las entregas de varios modelos. Así y todo, sigue siendo una industria deficitaria: la balanza comercial de autopartes presentó un déficit de 6.525 millones de dólares durante los primeros nueve meses de 2022. De esta manera, el saldo negativo se inflamó un 31,7% con respecto al mismo período de 2021.
* Ventas: El año pasado se patentaron 407.532 vehículos en Argentina, un 6,8% más que en 2021. En el 2022 se profundizó el proceso de nacionalización del mercado. Casi el 60% de los vehículos patentados son de producción local. Es una buena noticia para la industria, pero muy mala para los consumidores: el mercado automotor argentino perdió diversidad, opciones y competitividad. Algunas marcas líderes aprovecharon la falta de competencia para recortar la oferta y reducir el equipamiento de sus modelos. El caso más emblemático fue el Fiat Cronos 2023, que ahora viene con menor seguridad y potencia (leer nota).
* Importaciones: En 2022 debutó el nuevo sistema de importaciones SIRA, que reemplazó al arbitrario SIMI. Ahora existen dos pasillos por donde tramitar la importación de un auto. El tradicional, solicitando los dólares al tipo de cambio oficial del Banco Central. O el “Dólar Frank Sinatra”, donde las importaciones se pagan con “dólares propios” (ver nota). El primer pasillo está, lógicamente, congestionado de pedidos. Las aprobaciones siguen siendo tan arbitrarias como con las SIMIs. En el segundo pasillo, los permisos se aprueban de manera más rápida, pero sólo benefician al nicho más exclusivo de compradores: marcas de lujo que venden autos de más de 100 mil dólares. Los autos de segmentos más accesibles, que históricamente llegaron procedentes de Brasil, están en franca desaparición por las trabas a la importación. Es uno de los motivos del éxito en ventas del Cronos nacional (leer análisis).
* Concesionarios: En términos económicos, son los grandes ganadores del 2022. Y la ganancia no siempre la obtuvieron de manera honesta. La propia asociación de concesionarios (Acara) tuvo que advertir a los consumidores sobre las estafas con los planes de ahorro, cuyos principales comercializadores son los propios dealers que integran esa entidad (ver nota). A eso hay que sumarle el abuso con los sobreprecios, que convirtieron en testimoniales a las tablas de valores oficiales. Si en otros tiempos los márgenes de ganancia de un concesionario rondaban entre el 7% y el 14% del precio de un 0km, hoy la rentabilidad puede llegar hasta el 100% (con sobreprecios que casi siempre se pagan en negro). Estos malos vendedores son los que mejor sacan provecho de las distorsiones que generan los impuestos internos, que este año sumó a nuevos autos de producción nacional entre los afectados, como la Chevrolet Tracker rosarina. Días atrás le pregunté a un empresario, que es dueño de varios concesionarios de diferentes marcas en la provincia de Buenos Aires: “Si no hubiera distorsiones impositivas ni restricciones a las importaciones, ¿cuántos 0km se podrían vender hoy en Argentina? ¿Quinientos mil, seiscientos mil?” Me respondió: “No, tal vez se venderían los mismos 400 mil que ahora. Pero, sin dudas, ganaríamos mucha menos plata”.
* Conclusión: En esa lucha de grandes intereses económicos y políticos transitó el 2022 para el consumidor de autos argentino. Ojalá que en este 2023, tanto el Estado como las empresas, piensen al menos una vez en quienes hacen girar las ruedas de este negocio: los clientes.
Fuente: MotorG1.com