Copa Argentina: River ganó y avanzó a octavos de final

Con un doblete de Agustín Palavecino y un gol espectacular de Milton Casco, River derrotó 3-0 a Barracas Central en San Luis.

Fue la noche de los golazos para un River que se desquitó después del golpe de la Copa Libertadores y las frustraciones en el torneo local. El equipo de Marcelo Gallardo se reencontró con su época dulce, derrotó 3-0 a Barracas Central en San Luis y se metió en los octavos de final de la Copa Argentina.

Agustín Palavecino, en dos ocasiones durante el segundo tiempo, y Milton Casco, con un zapatazo que se clavó en el ángulo en el primero, fueron los artífices de las fascinantes conquistas riverplatenses. Mientras que David Martínez, por su parte, desentonó con una insólita expulsión por acumulación de amarillas.

Desde arranque el Millo, aunque no era preciso, merodeaba con el primero. Adoptó la tenencia de la pelota, se plantó de Guapo en campo rival y probó a Maximiliano Gagliardo con disparos desde afuera del área.

Hasta que a los 21 minutos llegó una fantasía de Milton Casco para entonar ese grito atragantado de River. El lateral, esta vez jugando en la punta derecha, llegó hasta el área, paró de pecho un centro pasado y la empalmó con la parte externa. El cuero viajó al ángulo y Barracas fue a sacar del medio.

Ya en el complemento, Palavecino se conectó con Rodrigo Aliendro y llegó otro buen gol millonario. A los 65, el ex Colón la aguantó de espaldas y metió un taco para la definición del mediocampista con el ‘puntín’ en el área chica. Tres minutos más tarde, Martínez vio la segunda amonestación y se fue a las duchas.

Pero el hombre de más no significó una merma para River, sino que a los 73 Agustín Palavecino, con un zapatazo desde afuera, estiró la distancia a tres y trajo tranquilidad para los del Muñeco.

River redondeó un partido en el que jugó bien y estuvo más cerca del nivel que hace rato no venía demostrando. La calidad individual y las certeras conexiones fueron fundamentales para hacer la diferencia. La clasificación la necesitaba el Millo, que se desprendió de la exigencia y trajo tranquilidad para Gallardo.