Las cifras estremecen, tanto como la impunidad de los delincuentes. En la CABA y el Conurbano, propietarios, empleados y clientes son blancos de las bandas.
Quinientos robos por día en comercios. Quince mil al mes. Las estadísticas corresponden al período entre enero de 2021 y lo que va de este año. Y revelan un incremento del 42 por ciento en los delitos de este tipo, teniendo en cuenta que en el año previo (2020-2021) se habían contabilizado 350 hechos por jornada. La realidad, palpable, marca una alarmante sucesión de asaltos violentos. Los números no dejan lugar a dudas, ni a rebuscadas interpretaciones.
La irrupción de delincuentes con distintas estrategias (falsos vendedores de medias, los que ingresan minutos antes del cierre de los locales, los que «visitan» cada día un determinado comercio y los infaltables –e impunes- motochorros) convirtieron en un calvario la actividad de los empleados o propietarios de negocios en el AMBA.
«Todos los martes y jueves aparecen en Belgrano y Núñez una veintena de sujetos que simulan vender medias. En una bolsa llevan una cantidad de medias deportivas de buena calidad, tales como las que pueden adquirirse en cualquier tienda de deportes. Curiosamente las ofrecen a $ 500 el par, cuando en un negocio tradicional valen al menos el doble. Con ese timo ingresan a los negocios de la avenida Cabildo, de la avenida Congreso, de la calle Manuel Ugarte, de Roosevelt o de Monroe. Con un acting estudiado, prácticamente ruegan por una compra. Grande es la sorpresa de los empleados que deciden comprar cuando notan que una vez que han abierto la caja, el ladrón se abalanza, toma todo el dinero que puede y sale disparado a la carrera. Este mismo robo lo hacen en la vía pública, a la gente que pasa caminando y otro método de despojo, es entretener a la vendedora con las medias, mientras guardan en la bolsa, mercadería del local, teléfonos celulares que están sobre el mostrador y otros. Al menos 80 comercios, solo en Belgrano y Núñez, han sufrido los robos de la banda de los ‘vendedores de medias’», denunció Javier Miglino, abogado especialista en Seguridad y Director de la ONG Defendamos Buenos Aires.
Otro grupo que identificó Miglino es la denominada «Banda de los fiscalizadores de caja». «En Ramos Mejía, San Justo y Lomas del Mirador, en La Matanza, los negocios que antes cerraban a las 20, ahora lo hacen a las 19. La razón es que bandas de entre dos y cuatro ladrones, conformadas por hombres y mujeres, aparecen de la nada, diez minutos antes del cierre para mostrarse interesados en alguna compra. Una vez que el empleado o empleada, decidió abrirles, le roban. Han sido tantos los robos que los comerciantes los bautizaron como los ‘fiscalizadores de caja’, porque lisa y llanamente vienen a apoderarse de la recaudación de toda la jornada comercial», sostuvo.
«Tengo que cerrar porque me robaron tres veces en los últimos 60 días», comentó una peluquera de Palermo Hollywood, recordó el abogado. «Tuvo que dejar su peluquería en la zona porque simplemente se quedó sin dinero, sin paciencia y sin tranquilidad para seguir trabajando, a sabiendas de que podía ser blanco de los ladrones que no dejan pasar un solo día sin robar en el rectángulo de la Avenida Santa Fe, Dorrego, Juan B. Justo y Córdoba».
Asimismo, Miglino denunció: «En la Recoleta no son pocos los negocios que han sido asaltados y que luego de un tiempo han decidido bajar la persiana, ante la imposibilidad de seguir atendiendo con la puerta cerrada y el corazón en la boca. Andrea, dueña de una coqueta zapatería de la calle Libertad, a cien metros de la avenida del Libertador y a pasos de un ingreso ‘no oficial’ a la villa 31, contó que en el último año le robaron tres veces. En todos los casos, el itinerario es el mismo. Llegan dos o tres ladrones, en un descuido ingresan al comercio y roban la recaudación, el teléfono celular y si hay clientas también las asaltan. Luego cruzan a la carrera Del Libertador y se refugian en la villa 31, onde el delito en pocos minutos se vuelve impune, entre el laberinto de pasillos y edificios de la villa. Al poco tiempo, los mismos ladrones salen en busca de nuevas víctimas en la zona», afirmó el letrado.
La zona sur del Conurbano es otro punto crítico, según el titular de Defendamos Buenos Aires. «En el centro de Lomas de Zamora, sobre todo en Meeks y en la peatonal Laprida, no hay día sin robos. Igualmente en el centro de Adrogué y de Lanús. También se producen atracos en la zona oeste del Conurbano bonaerense, en los barrios de Ramos Mejía, San Justo e Isidro Casanova. Y completan el cuadro del delito, San Martín, San Isidro, Olivos y Vicente López».
Los motochorros también tienen protagonismo. «En la mayoría de los casos –explicó Miglino- los delincuentes operan con un cómplice que los espera a bordo de una moto. Es decir que los motochorros ya no se conforman con arrancar carteras o romper vidrios de autos para robar. Ahora también roban en comercios y de ese modo, el sufrido emprendedor debe sortear las bajas en las ventas con la presencia de maleantes y criminales».
Por último, el letrado habló del temor a denunciar: «En general, los comerciantes luego de ser asaltados dan por perdido el dinero, la mercadería y los teléfonos celulares que se llevaron los delincuentes. Miran para adelante e intentan olvidar el episodio. Saben que la denuncia les llevará medio día de trabajo, que servirá para poco y que incluso puede acarrearle mala fama al local. De este modo los delincuentes ganan por partida doble. Roban fácil y rápido y nunca son perseguidos, con lo que la espiral de criminalidad continúa creciendo».