Cinco millones de almas salieron a recibir al seleccionado de Messi y Scaloni, por el descontrol se suspendió la caravana y los jugadores volaron en helicópteros. La escena que aterrorizó a todos y el llamado de Aníbal Fernández y Chiqui Tapia que terminó con gritos e insultos.
Esta es la crónica de un operativo que falló de manera previsible (o inevitable). Es el cuento de lo que se sabía que podía pasar y pasó. Son los hechos y secretos de un festejo histórico, que gritó “Argentina Campeón del Mundo”. Una celebración nunca vista, con cerca de 5 millones de personas en las calles de Buenos Aires. Un desahogo popular que orilló el desastre y se evitó por pura suerte. Una caravana que empezó por tierra, en micros, y terminó por aire, en helicópteros.
Hubo durante la mañana y la tarde idas, vueltas y presiones a montones. Descontrol generalizado, una escena que aterrorizó a todos y un llamado telefónico que terminó con insultos, a los gritos y derivó en el final prematuro de una fiesta donde ya se había perdido el sentido común y, en algunos casos, hasta la razón. Todo concentrado en un día feriado. Un feriado inútil.
Pero es, al mismo tiempo, la demostración cabal de los resultados que deja, siempre y en todo lugar, la desidia y la improvisación. Principalmente del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, pero también de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, y de la AFA.
Fuente: Infobae