Ahora Cristina está en contra de los punteros y dirigentes piqueteros

Durante el discurso que la vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, emitió este lunes en la sede de la Central de Trabajadores de la Argentina, lanzó una fuerte crítica a los líderes de los movimientos sociales/piqueteros y punteros, al enfatizar en que «el peronismo no es depender de un dirigente barrial para que me dé el alta y la baja”, inmediatamente se disparó un interrogante: ¿qué promovió a que haya un giro de 180 grados en su pensamiento político?.

Cabe recordar que durante la gestión de Néstor y posteriormente de Cristina Kirchner fue donde más entidad y beneficios se dio para el desarrollo y empoderamiento de los grupos de protesta y piquetes llamados «movimientos sociales», que dio origen a que hoy además sean grandes cajas de recaudación de fondos del Estado y lleven a hacer del corte de rutas y las manifestaciones un negocio.

Es que esta pelea tiene un trasfondo muy claro, y sigue siendo la interna encarnizada y ambiciosa por el poder que la tiene enfrentada al presidente Alberto Fernández, dentro de esa puja -en la cual bajo cuerda Cristina maneja más de la mitad del Gabinete del primer mandatario-, el choque es ahora para debilitar al Movimiento Evita, organización piquetera y movimiento social que responde a Fernández y tiene la responsabilidad de administrar gran parte de los fondos que son para los sectores «marginados».

De la misma manera que, durante el gobierno de Néstor Kirchner, su punta de lanza era Luis D’Elía, quien ahora se mostró contrariado y «amenazado» también por las declaraciones de la vicepresidente, quien pese a manejar la mayor parte del actual Gobierno nacional, quiere mostrarse distante, lejos de todo pensamiento que pueda servir para mejorar la crisis económica del país, con una inflación que superará al 80% para 2022, Cristina Fernández de Kirchner está más concentrada en seguir acumulando poder y ganando espacios políticos.

Claro está que, todo esto, permitido por un Alberto Fernández, que hasta el momento viene demostrando no sólo no tener capacidad de resolución, sino de carecer de un plan económico, quedando evidenciado en su declaración pública de «guerra contra la inflación» -frase por demás poco feliz en el contexto donde Rusia iniciaba la invasión a Ucrania-, sino que además hasta el momento no pudo dar una sola batalla, se perdió antes de comenzar, la perdieron todos los argentinos y, en especial, la clase media, cada vez más residual.

Sucede que en esta pelea por el poder y las cajas, el debilitamiento de ciertas organizaciones piqueteras que han ganado las calles (Movimiento Evita, Barrios de Pie y Corriente Clasista y Combativa), permitirá a la CTA volver a recuperarlas para sí, o mejor dicho, para Máximo y Cristina Kirchner.

«Si Evita los viera, mamita», decía Cristina en su discurso del lunes último en un golpe claramente enviado al Movimiento que sigue leal a Alberto Fernández, liderado por el secretario de Economía Social, Emilio Pérsico, quien sólo en su área maneja un presupuesto superior a los 270 mil millones de pesos.

Y el otro costado de la pugna es por la caja, los fondos que reciben estas organizaciones y recursos, para distribuir entre sus integrantes quienes, a su vez, deben colaborar con un porcentaje para mantener a la dirigencia que los recluta y «emplea».

Está claro, que el «cambio de pensamiento» de la ex presidente no se debe a que al fin entendió el reclamo insistente de la verdadera clase trabajadora que necesita poder circular por las rutas del país, ni de los sectores más vulnerables de la sociedad para que los beneficios les lleguen de manera directa sin tener que «pagar peaje» a las organizaciones que los distribuyen y se quedan con parte, muy lejos de esas diatribas contra las organizaciones piqueteras o «movimientos sociales», lo que provocó el giro en el discurso de Cristina es el interés por recuperar ese espacio de poder y que los fondos lleguen a dirigentes «amigos» y no a quienes se muestran más cercanos a Alberto Fernández.