El desenlace del certamen, una vez más, se asemejó mucho más a un guion cinematográfico que a la última fecha de la categoría. Facundo Ardusso, el piloto del Renault Sport Torino Team, había ganado la serie más rápida y tenía que largar desde el primer cajón la final más importante del año.
Pero todo cambió repentinamente. Comenzó a llover en la grilla y las estrategias debieron modificarse: Ardusso ingresó a boxes a cambiar neumáticos, al igual que Matías Rossi, el líder de la Copa de Oro hasta ese momento.
Castellano, el nacido en Lobería, decidió no cambiar los neumáticos y apenas abrió la primera vuelta hizo un trompo en plena recta principal, que lo retrasó mucho.
La única estrategia que realmente fue efectiva la puso en práctica Agustín Canapino en conjunto con su equipo. Desde el cajón 38°, el Chevrolet que luce el número uno en sus laterales partió con neumáticos ancorizados. Tan buena fue la determinación, que, al cumplirse la primera vuelta, el arrecifeño ya marchaba quinto.
Canapino consiguió, gracias al gran trabajo conjunto con su equipo, un resultado épico en un fin de semana que comenzó mal y terminó de la mejor manera posible para él. Sumó su tercer título en la categoría y festejó, cerca de su Arrecifes natal, dos coronas consecutivas (hecho que no se repetía desde que Ortelli tuvo su triple festejo entre el 2000 y el 2002, respectivamente).